Un griego


En Grecia la cosa está mal. Tan mal que la gente hace tiempo que se echó a la calle. De alguna forma aquel primer impulso de protesta ha sido acallado, al menos en los medios de comunicación, y ahora supongo que los griegos están igual de mal, pero resignados a su maldita suerte.

En estos tiempos que nos está tocando vivir, muchas veces pienso en lo que haría si la situación se deteriorase tanto como para decidir largarme. Otros muchos ya lo han hecho. ¿Por qué yo no? ¿Sería capaz? ¿Yo que vivo en la misma calle que mis padres? Y ¿cuánto se tiene que deteriorar la situación para tomar esa decisión? ¿Cuál sería un destino bueno/adecuado?

Como veis, muchas preguntas.

Hoy he conocido a un griego. Se llama Petros y se me ha acercado cuando yo estaba tomando un café con leche en la terraza del Ganbara. Muy educadamente me ha dado los buenos días y ha abierto un pequeño maletín a mi lado, haciéndome levantar la vista del libro que estaba leyendo.

Me he encontrado con un hombre más o menos de mi edad, rubio, delgado, sonriente a pesar de lo que habrá tenido que pasar. Me mostraba su maletín lleno de cositas de vistosos colores que han aplacado mi primer instinto de mandarlo a freír churros. Tenía pulseras, camafeos, figuritas de madera pintadas, matrioshkas, huevos de Pascua… Me ha explicado que las figuras de madera las pintaban maestras en Grecia y que las pulseras las hacia su hermana. Me ha enseñado un pequeño ángel pintado que tiene un huevo de Pascua en su interior. Éste de aquí.

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Le he preguntado cuánto valía y por 10€ se lo he comprado. Formará parte de nuestro Belén de clicks.

Me ha agradecido la compra y se ha despedido con una sonrisa y felicitándome el año. Y todo ello con una humildad que no veía desde el año 2006.

No puedo dejar de pensar en lo que ese hombre habrá dejado en Grecia. Unos hijos sin padre, una mujer sin marido, un pueblo arruinado… Y a pesar de ello, con una sonrisa en la cara. Me admira el valor de esta gente. Gente que deja su «zona de confort», le echa un par de huevos y se va por el mundo a buscar una vida mejor para sí mismo y para los suyos. Gente como Petros, Joaquín, Bogdan, Ahmed…

Nunca se puede saber, ya que las procesiones suelen ir por dentro, pero hoy Petros parecía contento. Yo también.


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